zapatistas

Como colectivos que formamos parte tanto del movimiento de solidaridad internacionalista, como de antiglobalización y por la resistencia de los pueblos, luchamos por la creación de un mundo donde quepan muchos mundos. La propuesta de la que formamos parte actúa en tres eslabones de la cadena de montaje

Primero, allí donde los macroproyectos político-económicos de expolio, apropiación y explotación de los recursos ajenos, imponen formas de vida que atentan contra la vida y la autonomía de los pueblos. Donde proyectos como el Plan Puebla Panamá, el Tratado de Libre Comercio, el Sistema de Interconexión de Electricidad de los países de América Central o la construcción de represas y carreteras mesoamericanas, no tienen como fin el desarrollo de los pueblos y comunidades indígenas que atraviesan, sino la exportación hacia los países ricos del norte de materias primas, recursos naturales y minerales, electricidad y biodiversidad, y que están destinados al beneficio de las grandes multinacionales norteamericanas. Proyectos que intentan apresar los recursos naturales haciéndolos vendibles, patentables, expropiables... y que al amparo de gobiernos como el mexicano y el guatemalteco, y de organizaciones ambientalistas y farmaceúticas, saquean el gas, el petróleo, la madera, la biodiversidad y cuanta riqueza encuentren en la región, contando “de paso” con la mano de obra barata que ellos mismos se encargan de concentrar en “focos productivos” y maquilas en las que los trabajadores carecen absolutamente de todos los derechos. Más eslabones, las políticas represivas de los Gobiernos mexicano y guatemalteco sobre los pueblos alzados contra estos megaproyectos que vienen a aniquilarles y expulsarles de sus tierras. Pueblos que, organizados en los movimientos zapatista e indigenistas, se atreven a elevar su voz y su fuerza en contra del expolio neocolonial del que son víctimas. Políticas represivas que toman cuerpo en los grupos militares y paramilitares, entrenados y financiados por sus respectivos gobiernos, y cuya única razón de ser es la represión de las resistencias mediante estrategias de guerra de “Baja Intensidad”, que se expresan en asesinatos, desplazamientos masivos de poblaciones en resistencia, torturas, intimidaciones... Y un último eslabón de la cadena, los montajes: la mentira de los medios, el silenciamiento mediático de los conflictos, la defensa a ultranza de las guerras de baja intensidad en pos de una democracia que no sale de los despachos de los de siempre, que sólo beneficia a los mismos beneficiados de siempre...

Ante esta cadena de montaje, los pueblos indígenas y mestizos de Chiapas, Oaxaca y Guatemala, y los pueblos del mundo, se organizan en demanda de sus derechos y su autonomía. Y nosotros nos organizamos con ellos. Creamos nuestras propias cadenas de montaje y redes de apoyo, acompañando la lucha por una vida digna, la lucha por la tierra, la justicia, la paz, la dignidad... Como ellos, nos organizamos en colectivos de solidaridad autónomos y autogestionados, asamblearios y con estructura horizontal, no somos una O.NG., ni recibimos dinero alguno ni del Estado ni de Gobiernos Autonómicos. Nuestro objetivo no es la recaudación de dinero para proyectos de cooperación al desarrollo, sino la denuncia y difusión, así como la presencia en las zonas de conflicto como observadores de derechos humanos. Adoptamos la filosofía de "piensa global, actúa global" y por ello también nos involucramos y participamos de otros movimientos sociales locales, tratando de enlazar las luchas de aquí con las de allí, ya que al fin y al cabo todas las resistencias son eslabones de la misma cadena rebelde.