Los cambios en la economía y la sociedad española durante las últimas décadas han sido determinantes en la reestructuración de las grandes ciudades. La transformación se ha orientado a la creación de espacios que ofrezcan posibilidades de negocio, economicamente atractivos a las inversiones de capital, quedando en segundo plano los aspectos sociales y ambientales de la planificación y gestión de ésta.
Desde que se supo que la actividad industrial iba a cesar en la Fábrica de Tabacos de Embajadores, ésta, la Tabacalera, ha movido la imaginación de muchos colectivos de Lavapiés. La Tabacalera sigue siendo el edificio apropiado para experimentar con un centro integrado de diversas iniciativas y proyectos que sirvan para paliar alguno de los muchos problemas del barrio, con un protagonismo activo de sus habitantes, a la vez que para desarrollar el enorme potencial creativo, el rico y complejo tejido social de la ciudadanía madrileña.
Existe una tendencia excesivamente generalizada a hablar del problema de la vivienda, reduciéndolo a una cuestión meramente cuantitativa sobre el número de viviendas que hay que poner en el mercado y si el precio es o no disparatado. Al final parece que todo es cosa de cuentas, de que los números nos cuadren
¿Madrid ciudad olímpica?...¿Madrid?, ¿la misma ciudad que adolece la falta de espacios verdes, que tiene cada vez más elevados índices de contaminación, que posee una casi total ausencia de carriles para bicis y de espacios públicos? ¿Una ciudad que vive subordinada al transporte privado, que es totalmente irrespetuosa con el medio ambiente, y que es ajena a todo concepto sincero de desarrollo sostenible?