Rompamos el Silencio.
Madrid. Del 17 al 20 de Mayo de 2010.
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La Unión Europea y Argentina

Frank Mintz, historiador franco-búlgaro residente en Argentina

Domingo 16 de mayo de 2010

Un aspecto importante y todavía vigente [en las relaciones entre la UE y Argentina] es la influencia y la potenciación que recibieron todos los organismos de derechos humanos durante la última dictadura militar de 1976-1983. Hubo diplomáticos alemanes e italianos que dieron una ayuda que salvó a muchas personas, periodistas españoles, holandeses, anglosajones que transmitieron noticias sobre la represión, asociaciones holandesas que dieron mucho dinero para las Madres de Plaza de Mayo. Pero los gobiernos europeos no dijeron nada en público contra la dictadura, como Holanda, inclusive cuando no se renovó el contrato de empleo en la ONU al holandés Theo van Boven, responsable de DD HH en la misma, por denunciar a Argentina y Guatemala, como países protectores de represores (se puede recordar como el informe de Van Boven de 2003 sobre la tortura en España fue rechazado por el gobierno de turno). De paso, se puede recordar que la URSS se opuso siempre a cualquier sanción contra la junta militar argentina (que le vendía cereales y carne), con el voto imitativo de Cuba (y el silencio de los hermanos Castro). En el plano económico, la UE no aplicó sanciones a la dictadura argentina.

En la actualidad, tras 26 años de democracia capitalista, la presión exterior para acelerar los juicios a los represores es aun una necesidad imprescindible. Lo demuestra ampliamente el caso de Julio Alberto Poch, aviador de la Marina y participante en los vuelos de la muerte. No fue investigado ni interrogado a partir de los archivos militares (todavía ocultos e inconsultables) ni tampoco se realizó acción alguna por parte del Gobierno argentino, ni menos de una iniciativa de los ministerios de Justicia o de Relaciones Exteriores. Poch y su familia se instalaron y se nacionalizaron en Holanda en los ‘80. Ya como piloto en una compañía de su nuevo país, se jactó de sus acciones y de la justeza de matar rojos, y sus propios colegas le denunciaron en 2008, contactaron a un juez argentino y Poch fue detenido en España en septiembre de 2009 y extraditado a Argentina en enero de 2010. ¿Cuántos otros Poch habrá en otros países, tranquilos y seguros de la complicidad directa, en la práctica, de la presidencia argentina actual? El gobierno de los Kirchner consiguió dar la impresión de que los juicios contra los represores iban a reanudarse, tras las leyes de Obediencia Debida y de Punto Final del presidente Raúl Alfonsín (radicalismo argentino, o sea: un zigzagueo constante entre centro y poder de derecha [la derecha argentina no existe porque desde siempre está en la cúspide del poder del país] y de indultos del presidente Carlos Ménem (peronista neoliberal, como los Kirchner).

En realidad, los pocos logros adquiridos lo fueron a pesar de los Kirchner y gracias a la valentía y la entereza de pocos jueces y de los testigos. En total, dos condenas a cadena perpetua en prisión común en 2006 y 2007 de dos mandos menores de la policía de Buenos Aires –uno de ellos un sacerdote que sigue en el seno de la Iglesia–; e importante como golpe de efecto, una condena idéntica al general Santiago Omar Riveros en 2009 en una unidad penitenciaria y otra condena del famoso General Jefe del III Cuerpo en Córdoba Benjamín Menéndez en 2008, que se pasa la mitad del tiempo en arresto domiciliario por las influencias que mantiene en la provincia.

La respuesta de los medios afines a los represores fue inmediata. El principal testigo de cargo del primer proceso, Jorge Julio López, fue desaparecido el 18 de septiembre de 2006. Hoy por hoy la causa está en punto muerto porque varios jueces rehusaron la responsabilidad de la encuesta y por evidente voluntad de enterrar el caso desde la Presidencia y todos los partidos políticos y asociaciones de DD HH sobornadas. Jorge Julio López se añade a la lista de varios jóvenes desaparecidos en democracia, culpables de fastidiar a la policía de Buenos Aires, de otras provincias y la policía federal. Para todos los presidentes argentinos desde hace 26 años, los cuerpos de represión –inseparables de la dictadura militar– son un Estado intocable dentro del Estado.

Pero paralelamente, Francia, y sobre todo Italia y ahora Alemania, mantienen juicios por binacionales desaparecidos y piden la extradición de represores. Inclusive el embajador de Francia estuvo en el inicio de dos juicios en curso en Buenos Aires para los campos de Atlético-Banco-Olimpo y la ESMA (Escuela Superior de Mecánica de la Armada). Esta es la cara bonita de la UE, expresada por la declaración del ministro de Asuntos Exteriores de Francia, Bernard Kouchner, el 11 de diciembre: “Hemos aportado de modo permanente nuestro sostén al Gobierno argentino desde su decisión en 2003 de invalidar las leyes sobre la impunidad y asumir así valientemente su deber de memoria. Nuestra Embajada en Buenos Aires manifiesta un interés constante en este juicio y seguirá atentamente su desarrollo, con el fin de testimoniar a las autoridades argentinas y a las familias de las víctimas nuestra preocupación por que se cumpla la justicia”.

Esta afirmación es mezquina e hipócrita porque privilegia las víctimas del terror militar e ignora los del tétrico día a día de la hambruna, la carencia de medicamentos básicos, el vaciamiento de medios del sistema sanitario que entraña la muerte diaria de cien niños (declaración del gremio de periodistas de Buenos Aires en 2005), de 15 a 25 según algunos intelectuales sedicentes de izquierda. O sea entre unos 30.000 y 5.000 / 9.000 al año, lo que desde el 2005 representa muchos más asesinatos que los de la dictadura militar), sin contar a los adultos. El país cuenta con más de cinco millones de indigentes. ¿Acaso no pertenece esta masacre a los DD HH? ¿Y los 2 millones de asalariados –sin contar los familiares– que están bajo o que rozan la línea de la pobreza cobrando menos de 2.000 pesos, los jubilados con unos 800, quienes cobran un plan de 150, y los argentinos mapuches, wichíes, Qom, etc., a veces en situaciones de abandono tipo ghetto de Varsovia (como se ve para la provincia de Chaco gracias a la incansable campaña de Mempo Giardinelli)?

Esta visión miope y muy europea ha contagiado a los propios organismos de DD HH argentinos, que además eligieron en su gran mayoría recibir subsidios de los Kirchner y callar sobre los contubernios electoralistas con políticos corruptos y represores de los pueblos originarios, como en la provincia de Salta (donde el nuevo gobernador pro-Kirchner, Uturbey, no vale más que Romero, el anterior). Las Madres de Plaza de Mayo, tanto las manipuladas por Hebe de Bonafini como el grupo de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, cobran (indirectamente para el segundo grupo), y a duras penas, a regañadientes, admiten ver muertes de jóvenes por el gatillo fácil policial, o las muertes cotidianas por la miseria. Esas Madres se quedan varadas en “sus” muertos de la dictadura. Son iguales que los judíos que se atribuyen el genocidio nazi y excluyen a los gitanos y a otros genocidios, sin ver los palestinos tratados como judíos de los ‘40 por los israelíes para repetir una comparación de Marek Edelman, uno de los responsables militares de la insurrección del ghetto de Varsovia, muerto en 2009. Las Madres “díscolas” –que ven el día a día y denuncian los atropellos, las injusticias diarias–, se pueden contar en los dedos de las dos manos para todo el país. Es mi opinión después de varios años de contactos con Madres de Plaza de Mayo.

En cuanto a la clase dirigente, desde el golpe militar de 1976 hasta la presidente actual, están tan imbuidos de ideas made in USA, made in European Community, que el problema de los argentinos indígenas y de los indigentes no está en su agenda. A veces hablan de ellos sin actuar, aparentan reformas que no arrancan o que se empantanan en el clientelismo. De hecho, todos aplican un genocidio lento y progresivo, con la mejor sonrisa y (casi todos) con un enriquecimiento personal espectacular. De hecho, los detentadores del poder y las clases medias altas viven con un concepto de DD HH muy europeo, muy FMI, de cancelarlos si se infringen a gran escala en los perdedores, que son los pobres. Argentina es como si Francia y Gran Bretaña tuvieran en su propia geografía Nueva Caledonia, Guadalupe, Gibraltar, Mauricio, etc. La súper indigencia de las Antillas se confundiría con la indigencia a la europea de las periferias, los kanacos estarían en las mismas colas para cobrar el desempleo y subsidios que los metropolitanos, los sin papeles. Y las clases altas no distinguen nada desde sus mansiones y palacetes, ¿y cómo van a ver si la mitad del país está en la cuneta?

La dispersión geográfica de parte de los pobres de sus ex colonias (con el mismo estatuto de hecho que los satélites de la URSS durante el socialismo real) permite a la Unión Europea intervenir militarmente lejos de sus fronteras –las bases soviéticas que había en Hungría y Polonia son como las de Francia en Chad o Costa de Marfil–. Al mismo tiempo, la UE (con sus contingentes militares en Irak y en Afganistán, y en parte en la ex Yugoslavia) mantiene a su población en una ceguera, una incomprensión muy cómoda, con una propaganda de supuesta defensa de la democracia digna de los EE UU en sus intervenciones militares pasadas en Santo Domingo, en Nicaragua y las de la URSS en Hungría y en Checoslovaquia. Por supuesto, Argentina, Brasil y Chile no pueden dejar de imitar a la UE (con menos éxito, por lo menos para Argentina) y cumplen el mismo papel en Haití, manteniendo la miseria y las mafias e incapaces de aportar gran cosa, como se vio con el seísmo del enero pasado (tirar la comida desde camiones a los hambrientos como si fueran perros, en lugar de construir con ellos redes solidarias). Lo normal o lo peor es que todo se hace con el respaldo de la ONU y de los EE UU. Como lo titulaba hace pocas semanas el periódico satírico argentino Barcelona (“una solución europea para los problemas de los argentinos”), “¿Cómo hizo Haití para que 150.000 ciudadanos salgan de la extrema pobreza?”

Otra actitud práctica heredada de uno de los países artífices de la Unión Europea es cómo acabar con la subversión interna fuera de la legalidad. En este caso también Francia se lleva la palma con su experiencia militar represiva de las guerras de Vietnam y de Argelia, ampliamente enseñada en Buenos Aires por asesores y represores militares franceses (como el general Aussaresses) desde el inicio de los ‘70 tanto en Argentina como en EE UU y en la Escuela de las Américas. El libro y el filme de Marie-Monique Robin, Escuadrones de la muerte, la Escuela francesa, 2004, es ninguneado por el gobierno francés y su ministerio de Defensa. Una buena señal de su seriedad. La última dictadura militar argentina de 1976-1982 tuvo la exquisitez de combinar armónicamente la práctica francesa con las influencias del fascismo católico del Caudillo y de la visión nazi de los judíos rojos (la comunidad judía -siempre del lado del poder- los ignoró por no ser sionistas), con el sorprendente matiz de recibir suministros de armamentos y piezas de recambio para el material norteamericano de Israel (que sabía y callaba) y Sudáfrica. En efecto, el presidente de EE UU Jimmy Carter aplicaba una política de DD HH (dejando hacer a los dos países citados y a la CIA, por supuesto).

Si miramos el presente y el peso europeo en la economía argentina, hubo una misión de parlamentarios franceses encabezada por el senador Jean Huchon (centrista de derecha fallecido en 2009) que visitó Brasil y Argentina en 1999 y dejó un informe aprobado por el Parlamento francés en 2000. A menos de dos años del descalabro de la economía argentina y de la explosión de diciembre de 2001 se lee: “Todos los interlocutores de la delegación reconocieron la legitimidad [para Brasil y Argentina] de las medidas de disciplina presupuestaria y monetaria, de limitación de la inflación, de privatización, de desregularización, de ofertas a las sociedades extranjeras, etc.”. Dicho de otro modo, como los delegados de la Cruz Roja suiza en visita de control en los campos de concentración nazi en los ‘40, los franceses sólo vieron anfitriones simpáticos durante comidas sabrosas. Además, es el tipo de análisis frío, anónimo, que se puede hacer desde cualquier despacho de consultores en Berlín, Nueva York o Londres, y para cualquier país que adopte el “set”, el paquete de medidas FMI, Banco X e Y, preparado desde hace decenios. Únicamente falta el detalle de cuántas decenas de miles de pobres hay que eliminar (los nazis eran más honestos desde este punto de vista).

En el ámbito económico actual, un cambio, notable en apariencia, es un amago de reestatización del gobierno argentino “en las tarifas de aquellos servicios públicos de mayor sensibilidad y efectos sociales (agua, energía eléctrica, gas natural por redes, ferrocarriles de pasajeros, telefonía básica) de los presidentes Duhalde y Kirchner […] en el marco de una estrategia controvertida –si no, a veces, contradictoria–, discontinua y heterogénea” (Daniel Azpiazu y Nicolás Bonofiglio, Nuevos y viejos actores en los servicios públicos, 2006). Me parece que ese estilo significa que para evitar otra explosión de diciembre de 2001 de las clases medias-bajas unidas a los más empobrecidos, los presidentes de la república de turno fingen bloquear los precios de los servicios básicos (suministrados por multinacionales mayoritariamente de la UE).

También se agrega que dichos presidentes, para tener mayor financiación para eventuales sobornos de votos de parlamentarios a favor de ciertas leyes del gobierno (una práctica política banalizada), amenazan con juicios a varias multinacionales (Telefónica en 2010, en 2008 la Lyonnaise des Eaux (filial de Suez), Vivendi, Total, Électricité de France, etc.). Lo que no genera ninguna tensión real, con apelaciones y contra apelaciones, antes de 10 años no habrá sentencia.

El caso más ridículo de reestatización es el de Aerolíneas Argentinas, vendida por debajo de su valor a Iberia y recomprada en 2008 con sus deudas por los Kirchner: “La cifra erogada [desembolsada] en 2009, el primer año completo de Aerolíneas estatal, equivale a un promedio de 1,7 millones de dólares por día” (Clarín, 12 de febrero de 2010). Se podría fantasear sobre qué se podría hacer por los más abandonados con tales cantidades, pero estamos con los Kirchner, o sea: nada serio, sino barullo y chamullo (blablabla).

Los argentinos memoriosos apuntan que YPF (Yacimientos Petrolíferos Fiscales) se vendieron por 16.000 millones de dólares am USA, sin un centavo para el Estado argentino, y que 70 millones de dólares aparecen y desaparecen en la compra por Iberia de Aerolíneas Argentinas (Atilio Borón en El progresismo argentino, Buenos Aires, 2006). La emancipación argentina y latinoamericana pasa por la búsqueda y la creación de un pensamiento crítico propio, por soluciones para y con la participación de la gran mayoría. De ahí la poca utilidad de los caminos cubanos y venezolanos.

“Que se vayan todos” fue el lema espontáneo de la bronca de las decenas de miles de manifestantes en 2001 (que se volvió a corear en 2007 en las manifestaciones de docentes) que tanto eco tuvo fuera de Argentina e incluso en Europa, y que con tanto éxito consiguieron dividir/hundir numerosos grupos verticalistas de izquierda. Pero es de la efervescencia y de la rabia popular horizontal de donde puede surgir una esperanza, no de biblias o técnicas de comunicación.

Frank Mintz, historiador franco-búlgaro residente en Argentina

Rompamos el Silencio ha solicitado a diversos autores y autoras los distintos textos que conforman este dossier, con la intención de elaborar un marco amplio de perspectivas sobre la realidad latinoamericana al calor de la presidencia española de la UE. Las opiniones vertidas en el mismo responden, por tanto, a las personas que los firman y no constituyen necesariamente la línea política de Rompamos el Silencio que por tanto no se responsabiliza de las mismas.

Asamblea de Rompamos el Silencio

Mayo de 2010

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